miércoles, 26 de diciembre de 2012

Una reflexión sobre el Tiempo




Pasado, presente y futuro, esas son las formas en que nos ubicamos en el tiempo o hacemos referencia a él con algún acontecimiento de nuestra vida. Algunos pensadores se han preguntado si el tiempo es algo real, es decir, algo objetivo, o es algo meramente ideal, que sólo existe en nuestra subjetividad. ¿Qué partido hemos de tomar a ese respecto? Me inclino por creer en el tiempo como algo real, en el sentido de que es algo que vivimos no sólo objetivamente, ni sólo subjetivamente, sino “intersubjetivamente”. Es algo que compartimos en la existencia con los demás.


Cómo experimentamos eso que llamamos “Tiempo”, esta será la cuestión sobre la cual trataré de profundizar en las siguientes líneas. Abordaré el problema en los términos en que ya lo he dividido: ¿qué es el pasado?; ¿qué es el presente?; ¿qué es el futuro?




Presente

¿Qué es el presente? En el tiempo presente se halla la existencia misma en su existir. Sin embargo, es indiscernible si no se le contrasta con el pasado y el futuro. En el presente se encuentran el deseo de existir frente a todo lo demás: lo que secunda ese deseo y lo que lo contradice. Pero este encuentro es siempre fugaz, se nos escabulle, nos es imposible atraparlo y mirarlo como presente, y se vuelve constantemente pasado o futuro. El presente es el devenir mismo de las cosas desde el pasado hacia el porvenir (o, incluso, desde el futuro hacia el pasado, en la interioridad de la persona).


A diferencia del pasado y el futuro, el presente es más corporal, es acción del cuerpo tanto como del alma, mientras que pasado y futuro son más bien acciones del alma humana. Ubicarse en el presente significa no sólo recordar el pasado o no sólo imaginar las posibilidades del futuro, sino actuar con la mira puesta en un fin.


Las acciones humanas sólo cobran sentido en el marco del devenir de la existencia, por lo que puede decirse que el presente depende en mucho del pasado y del futuro: saber de dónde venimos y hacia donde vamos. Esta interdependencia expresa la relación dialéctica entre pensar y existir. Y por pensar hay que entender la interpretación de nuestro pasado y futuro. De dicha interpretación se sigue nuestra existencia.


Vivir el presente significa ser creativo, ser libre. En la vivencia del presente se alcanza la única forma de eternidad asequible al ser humano. Porque la eternidad no es más que la existencia misma, el ser fiel a sí mismo, el ser dueño de sí de la persona humana. Y la vivencia del presente no es otra cosa más que la acción adecuada tanto de la mente como del cuerpo humano. No hay separación entre pasado, presente y futuro en medio de la acción consciente y libre de la persona creadora.



Pasado

Como ya se mencionó anteriormente, el pasado es inherente a ciertas acciones del alma humana: las acciones de representación de las cosas que nos han afectado con antelación. Podemos agregar, además, que dichas representaciones pueden ser incluso meros símbolos. Vivimos el pasado al recordar lo que nos ha sucedido como individuos en nuestros encuentros con las cosas, o por lo que hemos oído que ha ocurrido en nuestro pasado, allende nuestro mismo nacimiento, a través de las enseñanzas de la Historia. Esta última forma de vivir el pasado es sobre todo la que denomino “experiencia simbólica del pasado”, pues se concreta por medio del lenguaje del discurso histórico.


El pasado existe en nosotros individualmente como una huella, una impresión de nuestras experiencias con el mundo. Igualmente, puede decirse que en el mundo mismo, los hechos del pasado dejan sus huellas. A través de esos vestigios, el ser humano ha podido hacer investigación histórica, antropológica o arqueológica, que son consideradas ciencias. El pasado, pues, no es mera subjetividad individual, aunque tampoco pura objetividad.  Depende tanto del vínculo sujeto-objeto como de la relación intersubjetiva sujeto-sujeto.


Ciertamente, el pasado no es algo fijo, sino dinámico, que dependerá de la situación en el presente de las relaciones antes mencionadas.





Futuro

El futuro es imaginación, la consideración de posibilidades de las cosas y las personas; aunque también puede ser una representación racional de un hecho natural o humano, fundamentada en el conocimiento de las leyes que gobiernan el mundo. La primera de estas dos formas es la que vivimos cotidianamente.


Por lo general no planeamos lo que hacemos, y cuando planeamos, no lo hacemos con el rigor de una ciencia exacta, racionalmente. Sin embargo, el ser humano tiene en sus manos el grandioso poder de anticiparse al futuro, forzándolo a ser, desde el presente. Vivimos el futuro actuando en el presente y sabiendo de las consecuencias que tal acción tendrá. Entonces, se puede decir, realmente somos dueños de ese futuro.


Pero, dicha planeación del futuro puede tener como origen un mero capricho o determinaciones circunstanciales, ajenas al verdadero deseo de quien planea, en lugar de ser ocasión para un bien humano general; y, entonces, por muy racional que parezca, tales “decisiones” no son libres ni adecuadas a la persona.



Conclusiones

Como se ha visto, los tiempos no existen aislados entre sí, sino que se interrelacionan debido a que poseen una fuente común: la subjetividad humana. Pero la forma en que son vividos por la persona depende mucho de su actitud, de si esta es activa o pasiva.


Aunque en apariencia la vivencia del presente parece obligar a que se sea activo, en realidad no es así. También se puede vivir el presente de manera pasiva, como cuando nos dejamos llevar por “intensas actividades rutinarias”; o bien, por impulsos hasta cierto punto involuntarios. La actividad de nuestra conducta no depende de su intensidad, sino de su grado de libertad, es decir, de qué tanto está determinada por nuestras decisiones conscientes.


Igualmente, las vivencias del pasado y del futuro pueden ser activas o pasivas, dependiendo de la manera en que se vinculen con el presente. Ser activo en el presente siempre significará tener una consideración activa o racional tanto del pasado como del futuro.

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