miércoles, 15 de enero de 2014

El Amor en el discurso platónico

 


Por Hitsel Navidad

¿Cuál es el verdadero significado del amor en el discurso Platónico? ¿Tiene que ver con el sentido físico y el deseo, o se concatena con las ideas que van más allá de lo físico y tienen que ver con el espíritu? ¿Tiene que ver con el concepto de belleza? 

Si hacemos un planteamiento del discurso platónico mostrado en El banquete y el Fedro, tendremos una serie de variantes con respecto a las distintas intencionalidades que se pueden dar al significado del amor. 

En “El banquete”, que es el diálogo que Platón le dedica ampliamente a este tema, nos encontramos con distintas posturas, puestas a la mesa de este banquete, donde se han reunido para compartir la comida y la bebida, conversar a la manera griega, Pausanias, Fedro, Erixímaco, Aristófanes, Aristodemo y Sócrates, todos invitados por Agatón, el anfitrión. Estas reuniones eran una excusa para que el anfitrión ofreciera a sus invitados un entretenimiento de carácter estético, como la música, el canto, la danza, o un discurso reflexivo acerca de algún tema específico. En este caso deciden hacer un elogio a Eros, el Dios del amor. 

Fedro es el primero en hacer su elogio, su discurso se ocupa en dar a Eros una genealogía mítica como el más antiguo de todos los dioses, citando a Hesíodo y otros poetas. 

“Así pues están de acuerdo en que Eros es el más antiguo de los dioses todos. También es de todos ellos el que hace más bien a los hombres; porque no conozco mayor ventaja para un joven, que tener un amante virtuoso; ni para un amante, que el amar un objeto virtuoso”. 

Platón, a través de Fedro nos plantea aquí, que el amor es quien sugiere afán y honor, además de engendrar la virtud, esta permitirá la existencia a la amistad, la comunidad y el estado. Es decir, el amor tiene que ser virtuoso. 

Este es un punto un tanto estático, falto de desarrollo, por un lado Fedro nos dice que el amor es el medio de la virtud y desecha toda posibilidad una vez que aparezca la vergüenza y la deshonra, esto lo explica cuando dice que un enamorado que es descubierto en un acto deshonroso, es más desdichado si es descubierto por el objeto amado, que por su padre, su madre o cualquiera de sus familiares, por tanto, una vez descubierto un enamorado en un acto deshonroso, el amor deja de ser virtuoso, pues la deshonra, borra la virtud. 

Pausanias, por su lado, intenta formular concretamente las formas y la esencia del amor, siendo divisible en dos modos diferentes, pues si existen dos Afroditas, dice, tendrían que existir dos Eros, uno el Eros popular o vulgar, que es repudiable moralmente ya que tiende a la mera satisfacción de los apetitos sexuales, y el otro el Eros celeste o elevado, de origen divino, que tiene como motor el bien verdadero y la perfección del ser amado. El Eros celeste es el que tiene una fuerza educadora y ayuda al amado a desarrollar su persona. 

Así como existen dos Eros, existen dos formas de amar, dice Pausanias, las del hombre y las del hombre virtuoso. 

“Es inhonesto conceder sus favores a un hombre vicioso, o por malos motivos. Es honesto, si se conceden por motivos justos a un hombre virtuoso. Llamo hombre vicioso al amante popular que ama el cuerpo más bien que el alma; porque su amor no puede tener duración, puesto que ama una cosa que no dura. Tan pronto como la flor de la belleza de lo que amaba ha pasado, vuela a otra parte, sin acordarse ni de sus palabras ni de sus promesas. Pero el amante de un alma bella permanece fiel toda la vida, porque lo que ama es durable”.

Para Platón, está descartada la idea de un amor popular, es decir, imposible pensar en que se pueda amar de una manera física solamente, pues una vez pasada la belleza, dice, el amor se termina, lo único que perdurará será el amor virtuoso, ese que ama la belleza del alma. 

Si entendemos al amor, con un carácter de amplitud, donde existe el amor filial, el carnal y el intelectual, entonces cualquiera de ellos debe ser llamado amor, aunque sus tiempos de duración sean distintos, unos más perdurables que otros. 

Erixímaco, ya más entrada la noche y las bebidas de algunos, como Aristófanes, que en ese momento está imposibilitado a exponer su elogio debido al efecto que ha ocasionado en él la bebida, dirige un discurso que tiene que ver más con la naturaleza, cree que la salud (como médico que es) es la mezcla acertada de los contrarios en la naturaleza corporal. Con la misma teoría de Pausanias de que existen dos amores, Erixímaco, expone: 

“La naturaleza corporal contiene los dos amores; porque las partes del cuerpo que están sanas y las que están enfermas constituyen necesariamente cosas desemejantes, y lo desemejante ama a lo desemejante. El amor, que reside en un cuerpo sano, es distinto del que reside en un cuerpo enfermo…Es cosa bella conceder sus favores a un amigo virtuoso, y cosa fea entregarse al que está animado de una pasión desordenada, es una máxima aplicable al cuerpo”.

Platón-Erixímaco en este discurso nos muestra una analogía entre lo bueno y lo malo con lo sano y lo enfermo. Lo ideal, dice, es el amor sano. Aquí no solo se queda el amor anclado en los seres humanos, sino también en las cosas, los objetos, los animales, el amor es un Dios que extiende su poder tanto en el campo humano como en el divino. 

Parece razonable la propuesta de Erixímaco, tomando en cuenta que el amor tendrá que estar dotado de sanidad, en cualquier caso que se presente, salud mental, física y espiritual, de otra manera difícilmente podría ser llamado amor y tendría que tomar otro calificativo, como pasión o deseo. 

Aristófanes, una vez que pudo tomar la palabra, hace su elogio recurriendo a una recreación de un momento mítico en que los humanos se encontraban completos siendo tres los tipos de hombres, totalmente masculinos, totalmente femeninos y mitad femenino, mitad masculino: el andrógino. Cuando Zeus, separa en mitades a los hombres, cada una de esas mitades desea encontrar a su otra mitad para volver a sentir la plenitud. 

Este es uno de los discursos que más inquietan y aclaran el panorama con respecto al amor y a sus diferentes expresiones, pues una vez que son separados cada uno busca a su otra mitad, vislumbrando así, con esta figura mítica, las diversas posibilidades de orientación sexual en relación a las mitades a las que perteneciera cada humano. Valiéndose del mito y sin dejar de ser una idea ancestral, nos ubica en una realidad, que aún a tiempos actuales, es importante sobrellevar: la diversidad. La diversidad que para los griegos estaba completamente permitida y que al paso de las distintas épocas y culturas se ha degradado y desechado. 

Para Agatón, el amor es algo bello, bueno y que anhela, desea y tiende a lo bello, pero todo deseo representa anhelo de algo, que es algo que no se tiene, y que se apetece tener, o si lo tenemos quizá no sabemos si mañana estará con nosotros y lo deseamos tener por siempre. Por tanto, si Eros aspira a lo bello, no puede ser él mismo bello, sino necesitado de belleza. Así, pues, no es un Dios, pues es imposible un Dios sin belleza. 

El discurso de Agatón tiende al idealismo, otorga a Eros, los rasgos del amado, más que del amante, atribuye a este todas las virtudes, resignándose todos los placeres ante él y no habita la tierra.

El último en este banquete en hacer su elogio a Eros, el Dios del amor, es Sócrates, este apela a una conversación sostenida con Diotima, quien le devela la naturaleza del amor. En primer lugar nos dice que el Eros se sitúa entre lo bello y lo feo, que es un daimon, una especie de demonio que está entre la inmortalidad y la mortalidad. Sócrates nos plantea aquí cuatro estadios para llegar al amor virtuoso. En primer lugar se ama un cuerpo bello, al tiempo aparece la decepción, que origina la búsqueda de otro ser amado, al llegar al nuevo ser amado, esta vez por medio de un alma bella, que finalmente desembocará en el amor por las bellas ideas, las ideas son contempladas por el alma. Nos dice aquí, Platón, que siempre será necesaria la decepción para llegar a un estado superior de amor, que será el amor virtuoso. 

Hasta aquí el planteamiento de Platón en El banquete, veamos ahora sutilmente el planteamiento que hace en el Fedro

En este diálogo Fedro le cuenta a Sócrates un discurso que Lisias le hizo sobre el amor, donde le dice que el amado debe elegir al no enamorado en lugar de al enamorado, pues el enamorado se arrepiente de los hechos una vez que deja de estar enamorado y los no enamorados no, pues los enamorados no piensan de manera racional, entran en un estado de delirio que no les permite dominarse. Racionalmente no pueden dominarse porque reconocen que su espíritu está enfermo y carece de buen sentido. 

A esto Sócrates refuta, diciendo que en cada uno de los hombres hay dos principios conductores: 

“El uno es el deseo instintivo del placer, y el otro, el gusto reflexivo del bien”. 

Que el deseo, prevaleciendo irracionalmente sobre ese modo de pensar que impulsa a la rectitud, tiende al disfrute de la belleza, y triunfa en su impulso a la hermosura corporal, es el que, recibiendo su denominación de su misma fuerza, ha sido llamado amor. 

“Cuando el deseo irracional, sofocando en nuestra alma este gusto del bien, se entrega por entero al placer que promete la belleza, y cuando se lanza con todo el enjambre de deseos de la misma clase sólo a la belleza corporal, su poder se hace irresistible, y sacando su nombre de esta fuerza omnipotente, se le llama amor”. 

El amante, dice Sócrates, no soporta que el amado sea superior a él y hará todo por humillarle y rebajarle. 

“El que está poseído por un deseo dominado por el deleite, debe necesariamente buscar en el objeto de su amor, el mayor placer posible. Un espíritu enfermo encuentra su placer en abandonarse por completo a sus caprichos, mientras que todo lo que le contraría o le provoca le es insoportable. El hombre enamorado verá con impaciencia a uno que le sea superior o igual para con el objeto de su amor, y trabajará sin tregua en rebajarle y humillarle hasta verle debajo”. 

Platón nos muestra su filosofía sobre el amor, en distintas formas. Tendríamos que plantear un camino de retorno, hacia la reconquista de nuestra naturaleza: una vida armónica, la búsqueda de lo bueno y lo bello, que es lo justo. Por amor, desde el punto de vista platónico, entendemos que es el amor a la belleza, la belleza de las ideas, del alma, de la razón y del pensamiento. El amor a las ideas, las nuestras y las de los demás. El concepto platónico del amor es un concepto estético, de belleza, que tiene que ver con la virtud del hombre. El hombre debe amar para poder alcanzar un estado espiritual que lo acerquen a los verdaderos motivos por los que se tiene que desenvolver en la humanidad, buscando el estado mejor para el alma. 

BIBLIOGRAFÍA 

Platón. El banquete.
Platón. Fedro o del amor.